El verano, la época favorita de muchos… y la menos preferida por otros tantos. Si no nos ponemos de acuerdo con el canal de la tele, con la cantidad de lluvia o con el color del vestido a rayas que se hizo famoso en internet… ¡cómo nos vamos a poner de acuerdo con la temperatura!
Durante el invierno de las navidades pasadas adopté unas cuantas criaturas navideñas, entre otras un reno, una familia de pingüinos y un mini Frosty (¿mini-yo?), fieles acompañantes y con ganas de aparecer en el blog siempre que tengan la oportunidad.
Ahora que llega el verano, cada uno combate el calor como puede. Un día que dejé el mando del aire acondicionado en el sofá sin darme cuenta, Mini Frosty y el pequeño pingüino lo pusieron a cinco grados… bajo cero. Cuando llegué a casa ¡salían estalactitas del falso techo! Tuve que poner agua a hervir para que el vapor deshelara todo :D
Mientras, mamá pingüino, consciente de que la casa no puede tener la temperatura de la Antártida por cuestiones prácticas, ha optado por una solución ingeniosa que más de una vez ha pasado por mi cabeza. Lo malo es que nunca cierra la puerta del todo (que yo lo entiendo porque debe ser un agobio estar en un sitio hermético), pero es que luego está la nevera pitando por la noche cada dos por tres :D
¿Y el reno? Pues el reno no sale en las fotos porque está en un campamento de verano que organizan en el Polo Norte. Sí… creo que es lo mejor para él, no sé si conseguirán enseñarle a volar o vendrá dominando el lenguaje élfico, pero seguro que se lo pasa genial. Además, para los malpensados, allí hay un clima mucho más apropiado, no penséis que le he mandado de campamento para librarme de él este verano ;)
Y nada más, así es como vamos superando el cálido ecuador de esta espera navideña, ya solo quedan otros seis… ¡pero son los más fáciles!
¡Feliz 24!
